POR UNA SOBERANÍA FARMACÉUTICA NACIONAL




POR UNA SOBERANÍA FARMACÉUTICA NACIONAL 

POSICIONAMIENTO 


En 2008, el expresidente Felipe Calderón tomó una de las decisiones más lesivas para el sistema de salud y la soberanía económica de México: eliminó el requisito de planta, es decir, la obligación de que las farmacéuticas produjeran dentro del país si querían venderle medicamentos al gobierno.

El resultado fue desastroso: las licitaciones comenzaron a estar dominadas por intermediarios y empresas fachada que no fabrican nada, sólo importan, empacan y revenden. No invierten en investigación ni en desarrollo; sólo se dedican a cobrar –con altísimas ganancias y margen de corrupción abierto de par en par.

El daño patrimonial al Estado mexicano por esta política es incuantificable. Pero aún más grave es el desmantelamiento sistemático de la industria farmacéutica nacional. Hoy, más del 80% de los medicamentos e insumos médicos utilizados en México son importados. Y según datos de la CEPAL, de las 146 ramas manufactureras vinculadas al sector, México sólo participa activamente en el embalaje. En lugar de fabricar medicinas, hacemos las cajas en que se venden.

Ante esta realidad, el impulso a la producción local acordado por la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo con directivos del sector, dentro del Plan México de fortalecimiento tecnológico y del mercado interno, es una medida indispensable. Lo mismo puede decirse del nuevo criterio de licitación pública que prioriza a empresas con plantas de producción nacional.

Pero la experiencia nos deja claro: no basta con confiar en el mercado. La iniciativa privada buscará siempre la ganancia inmediata, aunque eso implique desabasto, encarecimiento o dependencia extranjera.

Por eso, si queremos garantizar el acceso a la salud como un derecho y no como un privilegio, necesitamos reconstruir una industria farmacéutica nacional, con fuerte participación estatal, formación de profesionales, inversión estratégica y una cadena de suministro resiliente ante crisis sanitarias o presiones externas, como las que vimos durante la pandemia o los embargos tecnológicos de Washington.

Recuperar la soberanía farmacéutica no es solo una política pública: es una cuestión de seguridad nacional, de justicia social y de vida o muerte.

 DIP. DOLORES PADIERNA LUNA

Vicepresidenta de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados